El vaginismo es una contracción involuntaria de los músculos de la vagina (pubococcígeo) que impide la penetración en las relaciones sexuales.
Muchas mujeres lo padecen, y gran parte de ellas llevan bien esta situación, llevando una vida sexual plena, desarrollando otras prácticas tanto o más gratificantes que el acto de penetración. Este grupo de mujeres suele empezar a tratar el vaginismo cuando deciden tener hijos.
Otras mujeres lo viven con mucho sufrimiento, vergüenza e incluso culpa. No se sienten mujeres normales.
Podemos clasificar el vaginismo según el momento de su aparición como:
- Primario: ha estado presente durante toda su vida. Nunca ha podido mantener relaciones con penetración, incluso introducir un tampón ha resultado imposible.
- Secundario: después de un periodo de relaciones satisfactorias se presenta la imposibilidad de la penetración.
Normalmente cuando viene un caso de vaginismo u otra disfunción sexual se recomienda a la paciente que se haga un reconocimiento médico para descartar una causa orgánica (lesiones pélvicas o himen rígido o inflexible). Aunque las causas orgánicas son poco frecuentes y en la mayor parte de los casos su etiología es psicológica.
Entre las causas psicológicas más comunes que producen vaginismo se encuentran:
- Los traumas, tanto de indole sexual (como abusos o violaciones) como de cualquier tipo.
- La influencia de la educación restrictiva, religiosa, generadora de miedos y falsas creencias.
- Una historia de relaciones dolorosas.
- El miedo al embarazo o a contraer enfermedades.
El efecto que el vaginismo en la pareja va desde el pensamiento, por parte del otro miembro, de estar forzando a la mujer, hasta la creencia de que esa imposibilidad se trata de una excusa.
Ambos casos darían pie a problemas de pareja e incluso pueden desembocar en otras disfunciones sexuales, como la disfunción eréctil. De aquí la importancia de acudir ambos miembros a la terapia. Es un problema de dos.
Durante el tratamiento se aporta a la pareja:
- Asesoramiento sexual (resolver dudas, conocimiento de la anatomía y respuesta sexual, etc.)
- Romper mitos y creencias limitantes
- Resolución de conflictos en la pareja
- Técnicas de relajación y respiración
- Potenciación de la erotofilia (reconciliación con la sexualidad, el propio cuerpo y el de la pareja)
- Trabajo de suelo pélvico (ejercicios de Kegel)
- Aprendizaje y uso de dilatadores para permeabilizar la vagina (siempre bajo supervisión)
El tratamiento del vaginismo tiene más de un 90% de éxito. Tienes mucho que ganar y poco que perder cuando comienzas a trabajar por tu salud sexual.
Si necesitas ayuda no dudes en buscar un profesional de la sexología.
María del Amor Garcés Santamaría.
Psique Sana. Centro de Psicología y Crecimiento Personal
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