¿Qué sabemos sobre…? la sexualidad humana

¿Qué sabemos sobre…? la sexualidad humana

Hasta hace poco tiempo la sexualidad era un tema tabú, no se hablaba con naturalidad de estos temas y a consecuencia, nos faltan palabras para comunicar y expresar los sentimientos, la afectividad, el placer, etc..

¿Qué es la sexualidad?

Según la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) se considera la salud sexual como “la integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien en las personas la comunicación y el amor.”

Es decir, en la sexualidad intervienen el cuerpo, las emociones y/o sentimientos, los conocimientos y creencias que sobre ella tengamos y la sociedad donde vivimos; a la vez pretende enriquecernos como personas, ayudarnos a comunicarnos y a vivir el amor.

La sexualidad se desarrolla a lo largo de nuestra vida, de forma progresiva y evolutiva. No es algo estático, es un proceso cambiante y dinámico que se va a ir viviendo y expresando de formas distintas a lo largo de nuestra vida.

Mente y cuerpo

Nuestra mente y nuestro cuerpo son sexuados, y es en ambos donde reside la sexualidad. Es importante que los conozcamos bien, nos sintamos bien con ambos y conozcamos nuestras posibilidades reales. La mente nos permite pensar, fantasear, decidir cómo queremos vivir con nuestro cuerpo, y de ella parte el aspecto erótico de nuestra sexualidad.

La sexualidad, es además, una capacidad que nos ayuda a relacionarnos, a buscar y vivir experiencias y sensaciones con nosotros mismos y con otras personas.

Autoconocimiento

Conocer nuestro cuerpo es muy importante, ya que con él vamos a vivir una gran parte de nuestra sexualidad. Decimos una gran parte porque evidentemente nuestra mente también es importante ya que es quién va a distinguir qué cosas de las que sintamos son agradables y placenteras y cuales no.

En el sexo, conocer nuestro cuerpo nos va a permitir saber más respecto a nosotros mismos y, por tanto, disfrutar de ello. Cuando disfrutamos de una experiencia sexual todo nuestro cuerpo debería incluirse en ella, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, no nos conocemos lo suficiente como para que esto ocurra, desconocemos o no queremos reconocer el porqué de nuestros cambios físicos y emocionales.

Cómo responde nuestro cuerpo ante el estímulo sexual

Todas las personas tienen capacidad de sentir placer con su propio cuerpo. Se distinguen varias etapas en la respuesta sexual, que no siempre se dan de la misma forma y con la misma velocidad. Dependerá siempre del momento, del estado físico y  mental que tengamos.

El deseo

El deseo es sobre todo mental. Depende de los pensamientos y sentimientos que tengamos, de que sean sexuales o no, del estado físico que tengamos, y también influirá nuestra autoestima.

El deseo es fundamental para una buena excitación y ésta lo es para conseguir disfrutar de una experiencia sexual.

A pensar en el sexo se aprende, dedicándole tiempo, leyendo sobre el tema o hablando con otras personas o recordando alguna situación vivida.

La excitación

La excitación puede venir a través de cualquiera de nuestros sentidos o por nuestra imaginación.

Cuando se produce la excitación todo nuestro cuerpo responde y se producen cambios en él si lo dejamos actuar sin reprimirlo.

La meseta

Es la etapa comprendida entre la excitación y el orgasmo, es el punto más alto de excitación que se mantiene durante cierto tiempo. En este momento la tensión muscular aumenta y aparece el apremio por descargar la tensión sexual acumulada.

El orgasmo

El orgasmo se define como unas contracciones rítmicas de los músculos que rodean a la vagina y al ano. Esto quiere decir que se producen varios espasmos de estos músculos y del útero que producen gran placer.

La resolución 

Se trata de una vuelta a la calma, a la normalidad física y psíquica, tras haber alcanzado el orgasmo.

El hombre experimenta lo que llamamos periodo refractario, un lapso de tiempo en el cual es incapaz de volver a excitarse o de hacerlo con la misma intensidad. La mujer no tiene periodo refractario y es capaz de volver a alcanzar algún orgasmo más, si continúa la estimulación.

Las disfunciones o problemas sexuales

Hablamos de problema o disfunción sexual cuando algunas de las funciones o partes de la respuesta sexual se ven alteradas. Esta alteración puede surgir como consecuencia de un problema psicológico o de alguna enfermedad orgánica.

Muchas de las disfunciones llamadas psicológicas, no son más que problemas de pareja. Una pareja que no se lleve bien, donde impere el reproche o las carencias afectivas, difícilmente podrá disfrutar plenamente de su sexualidad y podrá verse afectada alguna de las partes de la respuesta sexual de sus miembros. Para una mejor compresión, pondré varios ejemplos

  1. Una pareja en la que el hombre pierda la erección y su pareja le increpe sobre ello, le acuse o incluso le insulte, es más que probable que vuelva a sufrir una pérdida de erección.
  2. Una pareja en la que hay diferencias constantes y consecuentes peleas, en donde la mujer no siente deseo por mantener relaciones sexuales.

También, podemos confundir las dificultades causadas por desconocimiento sobre sexualidad y sobre nuestro propio cuerpo con las verdaderas disfunciones. Por ejemplo, el caso de una chica que nunca se ha explorado ni masturbado y se considera anogásmica.

En ocasiones la disfunción se debe a traumas infantiles o juveniles, situaciones de abusos sexuales vividas en cualquier período de la vida, violaciones, o algunas otras situaciones como dificultades con la propia personalidad, miedos, ansiedades, etc…También puede ser la educación muy estricta recibida la causa de que no nos sintamos a gusto en las relaciones sexuales.

Entre las causas orgánicas están algunas enfermedades crónicas (como la diabetes), enfermedades vasculares, la drogadicción, el tabaquismo, el consumo de alcohol y el uso de determinados fármacos.

Podemos clasificar las disfunciones sexuales de la siguiente manera:

Disfunciones femeninas

  • Bajo deseo, que puede ir desde no haber sentido nunca el más mínimo deseo de mantener una relación, hasta la pérdida más o menos brusca a partir de alguna circunstancia especial, como puede ser una gran tensión laboral o stress. En este sentido hay que distinguir el que en ocasiones alguna mujer no siente el mismo deseo que la persona con quién se relaciona y esto no es una disfunción del deseo sino un problema de ajuste, que se resolverá simplemente dialogando y llegando a un acuerdo.
  • Anorgasmia, que puede ser desde que no haya sentido jamás un orgasmo, hasta la simple disminución de ellos durante un corto período de tiempo. A veces ocurre que nos damos cuenta que sentimos orgasmos a solas, en la masturbación y no con una relación con otra persona o al contrario. Muchas mujeres no sienten nunca orgasmos, simplemente porque no hay una buena excitación ni estímulos sobre el clítoris, unas veces porque los hombres solo van directos a la penetración y otras porque la misma mujer no se deja tocar los genitales y sólo practican la penetración directamente.
  • Vaginismo o la imposibilidad de conseguir la penetración.
  • Dispareunia o penetración dolorosa, en una gran cantidad de ocasiones, no es más que una falta de tranquilidad durante la relación o un juego sexual escaso. En otras puede ser un problema orgánico y deberemos consultar con un/a especialista en ginecología.

Disfunciones masculinas

  • Bajo deseo, en el hombre más relacionada con enfermedades orgánicas o con problemas de pareja, ya que el deseo ha sido muy estimulado culturalmente entre ellos. En muchas ocasiones también se puede deber a problemas psíquicos.
  • Trastornos en el control de la eyaculación, en ocasiones muy rápida (eyaculación rápida o precoz) y en otras demasiado lenta, cuando no imposible (eyaculación retardada). La eyaculación sin control es muy frecuente y fundamentalmente debida a un mal aprendizaje de las sensaciones durante la excitación.
  • Disfunción eréctil, que puede ir desde una pequeña dificultad para conseguir una erección completa, hasta una impotencia total y definitiva.

Actualmente la mayoría de estas disfunciones tanto femeninas como masculinas tienen tratamiento y de ello se encargan profesionales de la Sexología (médicos y/o psicólogos). Durante la terapia se trabajan:

  • las creencias o mitos sobre la sexualidad, aportando información real sobre ésta
  • la historia personal de cada uno, resolviendo los posibles conflictos que puedan influir
  • los problemas de pareja
  • tareas en casa, a solas o con la pareja
  • y, sólo en ocasiones, se utilizará algún fármaco

María del Amor Garcés Santamaría. 

 

Psique Sana. Centro de Psicología y Crecimiento Personal

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